Introducción

El segundo país con mayor número de especies de anfibios es Colombia (ranas, sapos y salamandras) en el mundo, y el tercero con mayor riqueza en reptiles (Lagartos, serpientes, tortugas, cocodrilos, anfisbénidos y Tuataras) (Ruíz-Carranza et al. 1996, Acosta-Galvis 2018, SiB 2021). La herpetofauna es el grupo compuesto por los anfibios y los reptiles en un sentido amplio, pero excluyendo a las aves; estos dos grupos biológicos no se encuentran relacionados evolutivamente, sin embargo, tradicionalmente se han tratado como si estuvieran relacionados, debido a que estos grupos comparten aspectos biológicos y ecológicos que permiten el estudio de estos grupos utilizando técnicas iguales o similares. Por ejemplo, la sensibilidad a la temperatura, las mismas fuentes de alimento y similitud de hábitats (Cadwell & Vitt 2013).

Gran parte de la diversidad de la herpetofauna en Colombia está asociada a la complejidad de sus ecosistemas y a la diversidad de estrategias reproductivas de los organismos. Este es el caso de algunos géneros de anuros, en los que la independencia de los cuerpos de agua para completar la metamorfosis permitió que estos grupos pudieran colonizar cordilleras y en especial los ecosistemas con pocas fuentes de agua, donde se diversificaron. Esto a su vez, se ve reflejado en gran número de especies con endemismos, lo que hace de los herpetos un excelente bioindicador del estado de conservación de una región determinada (Ruiz y Lynch 1997). Igualmente, las restricciones de hábitat hacen que estos grupos posean una alta vulnerabilidad, por lo que algunas especies pueden desaparecer sin conocerse gran parte de su historia natural, ecología o taxonomía (Castro-Herrera & Vargas-Salinas 2008).

Los anfibios y reptiles viven en el agua, sobre y debajo de la superficie de la tierra, o en la vegetación, y cumplen un papel fundamental en el funcionamiento de los ecosistemas. Intervienen en el ciclo de nutrientes y en el flujo de energía a través de la red alimenticia, pues son a la vez predadores y presa de

otros organismos (Gómez-Ortiz & Moreno 2017). Con su dieta controlan poblaciones de animales, como insectos, que pueden ser transmisores y reservorios de enfermedades. Por su parte los anfibios, a través del movimiento de la cola de los renacuajos y patas de los adultos, contribuyen a los procesos de bioturbación en ambientes acuáticos (Negret 2016). Las similitudes biológicas entre los anfibios y los reptiles hacen de estos animales un buen modelo para la investigación científica.

Los anfibios también poseen un enorme potencial para contribuir al bienestar humano como fuente de medicinas debido a que pueden producir sustancias con propiedades analgésicas y antibióticas cuyo desarrollo es sujeto de intensa investigación (Ron et al. 2019). Culturalmente, las ranas y los sapos tienen diversos significados simbólicos usualmente relacionados con la fertilidad y la regeneración de la vida. Por su parte los reptiles desde la antigüedad han tenido una estrecha relación con el ser humano. Las serpientes han sido dioses y personajes mitológicos importantes en culturas como la egipcia, griega, o azteca. Por otro lado, el envenenamiento por mordeduras de serpientes venenosas representa un problema de salud pública a nivel mundial, causando más de 100.000 muertes por año (Ron et al. 2019)

Por su importancia ecológica, cultural y su potencial para contribuir al bienestar de la humanidad, los anfibios y reptiles son recursos valiosos de biodiversidad. Sin embargo, estos organismos en su gran mayoría tienen requisitos de hábitat especiales, y la modificación de sus hábitats generalmente resultan en la pérdida de poblaciones o especies. Por lo que la generación de los datos primarios de biodiversidad obtenidos a través de inventarios de especies compone una línea base fundamental para planear y desarrollar estrategias de investigación, conservación y uso sostenible de la biodiversidad (Villareal et al. 2004).

El Tesoro de Bremen hace parte de la zona de amortiguación del DRMI Barbas Bremen y está conformado por un relieve montañoso enmarcado en las estribaciones de la Cordillera Central, con un mosaico de coberturas del suelo que va desde potreros a bosques. Evaluar la riqueza de especies de los ensamblajes de anfibios y reptiles presentes en El Tesoro de Bremen, constituirá la línea base de información biológica que ofrezca datos básicos para futuros trabajos acerca de su ecología y estatus de conservación. Con este estudio se busca difundir información detallada y actualizada de la herpetofauna presente en la zona, y que permita fortalecer la cultura ambiental, contribuir al conocimiento científico-ecoturistico de este grupo y a su difusión a la comunidad interesada.


Área de estudio

El área de estudio comprende -16.8 Ha pertenecientes al predio El Tesoro de Bremen (4° 69’24» N, 75° 65′ 16″ W; elevación 1923 msnm), ubicada en la vereda el Biscocho Alto de la Julia en el municipio de Filandia, departamento del Quindío, Colombia. Esta área hace parte de la zona de amortiguación del DRMI Barbas Bremen. Esta área se caracteriza por presentar ecosistemas de bosque húmedo montano bajo, áreas seminaturales en procesos de regeneración (asociados principalmente a cuerpos de agua), fragmentos de bosque, áreas productivas/culturales y potreros. Igualmente, dentro del área se tiene acceso a la quebrada «El Chispero» (4° 41″ 20′ N, 75° 39’31’ W). Esta quebrada tiene -2 m de ancho y está rodeado de vegetación ribereña en pendientes de difícil acceso. Igualmente, adyacente al área de estudio se encuentra una de las torres de líneas de energía de alta tensión, pertenecientes a la transmisión armenia del grupo EEB.

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